Aumenta la tensión por el despliegue de destructores de EE.UU. cerca de Venezuela

Un clima de tensión e incertidumbre se vive en el Caribe ante la supuesta llegada de tres destructores de la Armada de Estados Unidos a las costas venezolanas, una maniobra militar de gran envergadura que aún no ha sido confirmada de forma oficial. La información, publicada el pasado 18 de agosto por la agencia Reuters, ha generado una rápida respuesta de Caracas, que activó un «plan especial» con 4,5 millones de milicianos para cubrir «todo el territorio nacional».
El secretario de Estado de EE.UU., Marco Rubio, no desmintió el despliegue al ser consultado por un periodista, sino que argumentó que la maniobra se enmarcaría en una estrategia para combatir a los cárteles de la droga latinoamericanos, a los que calificó como una «amenaza a la seguridad nacional». Según fuentes extraoficiales, los destructores en cuestión serían el USS Gravely, el USS Jason Dunham y el USS Sampson, este último recientemente visitado en Panamá por el jefe del Comando Sur, Alvin Holsey.
Por su parte, el presidente venezolano Nicolás Maduro rechazó el despliegue de militares estadounidenses y aseguró que su país defenderá «nuestros mares, nuestros cielos y nuestras tierras». Analistas venezolanos han calificado el supuesto despliegue militar como una «operación psicológica» con el fin de desestabilizar al país, ya que ni el Pentágono ni el Comando Sur han revelado información concreta al respecto. Las tensiones entre ambos países escalaron a principios de agosto, cuando EE.UU. aumentó de 25 a 50 millones de dólares la recompensa por información que conduzca a la captura de Maduro, a quien acusa de narcotráfico.
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