Lo que perdimos, lo que ganamos
Hoy quienes nos dedicamos a la educación nos encontramos ante un nuevo desafío. Hoy el hábitat natural de desarrollo de las clases, el aula, está vacía: y nosotros, tanto docentes como alumnos nos enfrentamos a otra nueva forma de enseñar, la educación mediatizada.
(Por Lic. R. Damián Arregui)
Históricamente los docentes e investigadores de la Educación hemos buscado infinidad de alternativas y recursos educativos para llegar más y mejor a todos nuestros alumnos; con un aprendizaje válido, útil y que tenga un grado de significancia en su vida escolar como cotidiana. En esa búsqueda la aparición de las nuevas tecnologías se presentaban como una esperanza a todas las soluciones para acercar esta brecha entre las necesidades de los alumnos y las formas propias de la Escuela tradicional
Pero en esta cuarentena, es decir en este periodo de distanciamiento social obligatorio, se nos presenta la posibilidad de replantear algunos aspectos o pareceres que sentíamos como verdad, y dar valor a ciertas cosas que el tiempo, la rutina y el acostumbramiento daban por normales y que en su ausencia notamos su gran importancia.
No es por desprecio ni detrimento hacia estas nuevas formas de comunicar ni negar las infinitas posibilidades y la gran cantidad de recursos que proporcionan y pueden aportar las nuevas en los procesos educativos, es, simplemente, atender a aquello que perdimos.
Hoy, sentados frente a un monitor, revisando fotos y documentos, completando interminables listados y planillas, leyendo y escribiendo enorme cantidad de mensajes que intentan decir mucho más de lo que dicen; nos damos cuenta que en la distancia de no estar ahí, en la escuela, perdimos lo más sagrado que tiene la labor docente; perdimos el aula. Y así, con la vista fija en una fría pantalla que ilumina tenuemente nuestros ojos, entendemos que en el arte de enseñar hemos perdido la mirada, la palabra y la sonrisa.
Es por eso, que en este tiempo de extensas conexiones en internet, de visualizar infinidad de videos, de planificar estrategias diferentes, de descubrir un nuevo mundo tecnológico y de otras miles de cosas nuevas, podamos reflexionar sobre aquello que daba valor a nuestras clases; y que cuando podamos volver, al fin a clases, tengamos la mejor sonrisa. Esa que alienta, da confianza y la firme certeza de que estará bien
Volvamos con la mirada más amplia y comprensiva. Una que mire profundamente y vea más allá del tiempo y del lugar; que se fije, principalmente, en todo aquello que es invisible a los ojos.
Que escojamos las mejores palabras; y que éstas sean un camino de conocimiento, sabiduría y amor.
Por eso, estimados colegas, sigamos trabajando con todas nuestras ganas y soñando con un futuro con más sonrisas, con más miradas y más palabras…
*El autor de la nota es Profesor en EGB 1 y 2, Profesor en Lengua y Literatura para Tercer Ciclo y Polimodal y Licenciado en Educación. Es Director del Centro de Estudios y Formación Ramón Carrillo de la ciudad de Mar del Plata. También se desempeña como docente en Escuelas Secundarias.