Columna de opinionMar del Plata

MAR DEL PLATA, CIUDAD DEL PECADO

La “pandemia” y, su derivación, la “cuarentena” nos han visibilizado varias cuestiones de importancia para nuestra comunidad nacional en general. Mar del Plata, particularmente, nos devela una realidad que creíamos que correspondía a otras latitudes: una nueva forma de esclavitud.

Por muchos años, la otrora ciudad Feliz, fue una de las urbes con mayor cantidad de prostíbulos donde menores de edad, generalmente traídas del Paraguay, prestaban sus servicios. Algunos de estos centros tenían categoría de “vip”, permitiéndole a esta ciudad ser una de las más cotizadas al momento de elegir un centro para convenciones, disertaciones, exposiciones y congresos de todo tipo. Cuando se clausuraron estos “campos elíseos”, gran parte de los conferenciantes dejaron de venir. Mendoza copará el ranking.

Detrás de la prostitución ronda el crimen, la droga, el chantaje, el apriete. Gente de mucho poder quedaban en apuros. Son embargo, la corrupción y el delito organizado, seguía siendo de baja intensidad. No éramos Rosario (Santa Fe). Un dato, estos «círculos del delito» son organizados por adultos que involucraban a jóvenes como sus víctimas.

Pero este último año se fue dando un fenómeno antes no observado que, con el tiempo, llevará a esta ciudad a su página más triste como siniestra.

Jóvenes de 18 a 20 años, salidos de colegios industriales, sin trabajo, han comenzado a cultivar marihuana para vender su hierba, obteniendo por cada planta el doble de sueldo de cualquier empleado categorizado. Entonces, ¿para qué trabajar en relación de dependencia? De ahí a armar una red de tráfico y pasar a otro nivel, los “cárteles” de drogas más pesadas (sobre todo de diseño), hay un paso muy pequeño. Solo es cuestión de tiempo.

Otro dato de importancia está dado en las chicas de 15 a 18 años, las que han logrado desarrollar un “medio” de vida que les permite ganar entre 15 a 20 mil pesos por semana. Arman un perfil en Instagram buscando “clientes” quienes las contactan y les ofrecen fotos de sus cuerpos semidesnudos a cambio de pagar 300 a 500 pesos por medio de Mercado pago. El segundo escalón es el armado de una red de prostitución vip. La droga y la extorsión, la muerte y la violencia, son parte de esta sombría atmosfera también.

Serán nuestros chicos que, inocentemente al principios, caminarán hacia una nueva forma de organización delictiva, y serán los adultos sus víctimas.

Muchos creerán que se está exagerando, que es solo un juego de niños, que va a pasar. Que no es tan así, bla bla bla bla…tan solo hay que investigar, indagar, informarse como fue el proceso de destrucción de las comunidades mexicanas, colombianas y la rosarina. Todas comenzaron en la misma situación en la que está hoy Mar del Plata.

Nuestros padres ocupados en sus tareas, los hermanos mayores en otra cosa, los amigos terminan siendo cómplices de lo que se hace. Los profesionales, como sociólogos, psicólogos y otros aplauden estas iniciativas juveniles porque son formas de liberación de las viejas estructuras machistas y patriarcalistas. La casta política, mientras le generen votos a favor no se involucrarán. Los jóvenes hace mucho tiempo que dejaron de ser los únicos privilegiados, están solos y a la deriva en una comunidad que se está desintegrando.

La prostitución y la droga son dos nuevas formas de esclavitud, niega la dignidad humana y desintegra todo lazo comunitario. Como humanistas y cristianos, piadosos y misericordiosos, comprometidos con los más débiles y vulnerables de nuestra comunidad debiéramos no solo sentir vergüenza por todo lo que está sucediendo, sino juntar fuerza para empezar a lidiar con estos temas, visibilizándolo, discutiéndolos y, sobre todo, acercándonos aún más a nuestros hijos. Es preferible perder algo de nuestro tiempo, y no perderlos para siempre.

Miles de nuestros jóvenes vivirán y morirán, en este nuevo milenio lleno de incertidumbres y deesperanzas, como esclavos de esta nueva forma de hacer “dinero fácil”, de querer llevar una vida sin mayores sacrificios. No debemos permitir que esto suceda, empecemos a plantearnos una nueva filosofía de vida para una Comunidad Organizada.

Luis Gotte

La pequeña trinchera

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *