Columna de opinion

BUENOS AYRES: ¿EL FIN DEL RÉGIMEN CENTRALISTA? Por Luis Gotte

A lo largo de su historia, la provincia de los bonaerenses ha experimentado una sucesión constante de gobernadores, intervenciones militares y cambios abruptos en la dirección de las políticas públicas. La falta de continuidad en los proyectos gubernamentales y la desconexión entre la dirigencia política y la realidad bonaerense nos ha llevado a una profunda crisis que ha afectado a toda su estructura política.


Desde la federalización de la Ciudad del Buen Ayre en 1880 y la fundación de La Plata como nueva capital de la Provincia de Buenos Ayres, se han sucedido 93 gobernadores en 143 años. Esto equivale a un promedio de aproximadamente un gobernador por año y medio. La rotación constante del poder político ha dejado poco margen para la continuidad de proyectos a mediano y largo plazo, lo que ha generado una inestabilidad crónica en la provincia.


De los 93 gobernadores mencionados, 49 fueron interventores militares, 16 asumieron antes de la Ley Sáenz Peña (1912) y solo 14 fueron elegidos con el voto femenino (1952). Entre Rocha y Kicillof, 15 nacieron en tierra bonaerense, 4 lo hicieron fuera de la provincia y los restantes en la ciudad porteña. Desde 1902, solamente 14 gobernadores lograron cumplir los 4 años de mandato constitucional, mientras que tres murieron de forma inexplicable durante 1913.

La gran mayoría de nuestros gobernadores no han conocido a la provincia y, menos aún, a su pueblo. Las diferentes odiseas políticas y económicas han socavado la estabilidad institucional bonaerense, dejando cicatrices profundas en las mismas debilitando, incluso, al régimen municipal y afectando la confianza de los bonaerenses en el sistema político. 


La falta de continuidad en los proyectos políticos se ha convertido en una característica distintiva de la política bonaerense. La sucesión rápida de gobernadores ha dificultado la implementación de políticas que se mantengan en el tiempo. En lugar de centrarse en un plan estratégico que aborde las necesidades y desafíos de la provincia, los gobernadores se ven obligados a priorizar metas a corto plazo para mantener un rápido apoyo político.


La falta de visión a largo plazo ha llevado a la provincia a una situación de estancamiento, donde los proyectos que podrían tener un impacto positivo en la vida de los bonaerenses son continuamente pospuestos o abandonados en favor de iniciativas demagógicas y de resultados a corto plazo. Esta carencia de continuidad también se traduce en una falta de inversión y desarrollo en áreas críticas como la educación, la infraestructura, la seguridad, la producción, la salud.


Otro problema significativo es la desconexión de la conducción política con la realidad de los bonaerenses. La mayoría de los gobernadores han nacido en la Ciudad del Buen Ayre, lo que dificulta su comprensión y apreciación de las necesidades y desafíos específicos de los Municipios que integran una de las regiones más ricas del planeta. Esta disociación se traduce en la falta de políticas efectivas para abordar los reales problemas que enfrenta la población.


Es esencial que los candidatos a ocupar cargos electivos, tanto en el ejecutivo como legislativo, tengan un amplio conocimiento de la realidad de la provincia y estén genuinamente comprometidos con su grandeza, su tradición, usos y costumbres, porque es desde ahí donde se podrá reconocer las necesidades y aspiraciones de los bonaerenses, implementando soluciones efectivas.


Ante este escenario de inestabilidad política, falta de continuidad en los proyectos gubernamentales y desconexión entre los dirigentes y la realidad provincial, es razonable argumentar que el régimen municipal actual se ha visto profundamente afectado, donde ya no ofrece soluciones y, en lugar de ello, también contribuye a profundizar la actual crisis.


La pregunta que surge es: ¿qué pasos debemos tomar para abordar esta crisis que afecta al pueblo de la provincia de Buenos Ayres? En primer lugar, es esencial promover una mayor estabilidad política a través de reformas que permitan la continuidad en los proyectos políticos, estableciendo planes estratégicos a largo plazo que trasciendan los ciclos electorales. Para ello es fundamental que los Intendentes municipales cuenten con mayores competencias y atribuciones, por lo tanto, se requerirán Municipios con autonomía plena.


Para superar la desconexión entre política y realidad, es necesario fomentar la participación vecinal y promover la formación de líderes locales que comprendan las necesidades de los barrios del Municipio, para ello se requerirá que cada uno de ellos tengan sus propias Cartas Orgánicas, donde se establecerán las formas de participación del pueblo y los controles al poder político. La descentralización del poder político y la promoción de la representación local pueden ser pasos importantes hacia una mayor conexión entre la dirigencia y la población, permitiéndole al vecino recuperar su confianza en las instituciones.


Es responsabilidad de todos nosotros buscar soluciones que permitan establecer gobiernos con políticas más estables, eficientes y comprometidas con el bienestar y el desarrollo a largo plazo de la provincia y de su pueblo, el que merece un futuro mejor, sin ideologías y liderazgos mesiánicos. Juntos trabajemos para lograrlo.

Luis Gotte

La pequeña trinchera

Co-autor de “Buenos Ayres Humana, la hora de tu comunidad” Ed. Fabro, 2022

Mar del Plata

luisgotte@gmail.com

D.N.I. 20041255