Chirolas y estrellas polares

(A Marisa
y su mirada siempre verdadera.
Por enseñarme a luchar.)
Una madre
plena peatonal San Martín
sube su hijo
al trencito de los videojuegos de Sacoa
le saluda y sonríe entre el vapor de la máquina
y lo pone a cruzar montañas peligrosas,
ríos bravos,
enseña ñandúes y pumas,
escabullirse de pistoleros,
malones salvajes
flechas envenenadas
contemplar la estrella polar
para implorarle de golpe
por favor que desacelere
y no atropellar
al empleado de la empresa
que los “invita” rápido
a retirarse
porque los juegos son exclusivos
de los clientes.
el niño -que fui yo-
desciende extasiado
-sin que el trencito prendiese una sola lucecita
ni se moviese un solo centavo-
y se marcha pletórico
parloteándole sus andanzas
camino de la esquina
donde ella
al rayo del sol calcinante del verano
pasará toda la jornada
vendiendo burbujeros
para ganar unas chirolas
que les permitan comer esa noche.
¿Quién con una MADRE así
podría necesitar la mejor mamá del mundo…?
AUTOR: WALTER STICKAR